El arrepentimiento no es solo decir «lo siento» y luego continuar con nuestras vidas. Significa reconocer que hemos pecado y sentir un verdadero pesar por nuestras acciones. Implica reconocer que nuestras acciones han lastimado a otros y que también han dañado nuestra relación con Dios. Al arrepentirnos, debemos buscar el perdón de Dios y, a veces, también de aquellos a quienes hemos lastimado.
Pero el arrepentimiento no es solo una obligación; es una oportunidad para acercarnos más a Dios. Al arrepentirnos, estamos diciendo que queremos ser mejores y que queremos seguir su voluntad en lugar de la nuestra. Al reconocer nuestros errores, podemos aprender y crecer en nuestro camino de fe.
Después del arrepentimiento, viene la reconciliación. La reconciliación es el acto de reparar nuestra relación con Dios y con los demás. Significa hacer lo correcto para rectificar las acciones equivocadas y restaurar la relación rota. A través de la reconciliación, podemos encontrar la paz y la sanación.
En la Biblia, en 1 Juan 1:9, leemos: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». Esta promesa nos asegura que si nos arrepentimos de nuestros pecados, Dios nos perdonará y nos limpiará de todo mal.
Hermanos y hermanas, les insto a que se arrepientan y se reconcilien con Dios y con los demás. Que busquen el perdón y la sanación que solo él puede dar. Que siempre busquen seguir la voluntad de Dios y que se esfuercen por ser mejores cada día.
Que Dios los bendiga y les dé la fuerza para arrepentirse y encontrar la paz que solo él puede dar. Amén.

