La Fe y la Obediencia: Un Camino Seguro Hacia la Salvación
La Fe Requiere Obediencia
Jesús fue muy claro en sus enseñanzas: no basta con decir «Señor, Señor» para entrar en el Reino de los Cielos (Mateo 7:21). Debemos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Una fe verdadera va más allá de las palabras; es un compromiso con la acción y la obediencia. Y dentro de esos mandamientos, uno de los más significativos es guardar la Pascua.
En Juan 6:53-54, Jesús dijo: «De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré en el día postrero». Estas palabras nos enseñan cómo recibir la promesa de la vida eterna: participando en su carne y su sangre, lo cual Jesús nos reveló que se cumple en la ceremonia de la Pascua.
Durante la última cena, Jesús tomó el pan y el vino, diciendo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo… Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados» (Mateo 26:26-28). Aquí, Jesús instituyó la Pascua como un mandamiento esencial, no solo para sus discípulos, sino para todos nosotros. Este acto no es simbólico; es un pacto que nos conecta directamente con Él, dándonos acceso al perdón de los pecados y la vida eterna.
La Pascua: Una Prueba de Obediencia
Muchos creen que basta con tener fe para ser salvos. Sin embargo, la Biblia enseña que la fe verdadera se refleja en nuestras acciones. Santiago 2:26 nos recuerda: «La fe sin obras está muerta». Por eso, guardar la Pascua es más que una tradición; es una demostración tangible de nuestra fe y obediencia a Cristo.
Lamentablemente, muchas iglesias han dejado de lado la Pascua, reemplazándola por celebraciones que no fueron ordenadas por Jesús. Esto no solo contradice las Escrituras, sino que también nos aleja de la verdadera conexión con Dios. Es nuestra responsabilidad como creyentes comprometidos volver a la esencia de las enseñanzas de Cristo y obedecerlas tal como Él nos mandó.
En Juan 14:15, Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos.» La Pascua es uno de esos mandamientos. No es una sugerencia o una opción; es un requisito para aquellos que desean seguir a Cristo fielmente.
Llamado a la Unión, la Paz y la Fe
Como cuerpo de Cristo, estamos llamados a la unidad. En 1 Corintios 10:16-17, el apóstol Pablo dijo: «La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan.» Este pasaje nos muestra que la Pascua también simboliza nuestra unidad como creyentes. Al participar del pan y el vino, no solo renovamos nuestro pacto con Dios, sino que también fortalecemos nuestra conexión como hermanos en la fe.
Es momento de dejar de lado las divisiones que nos separan. En un mundo lleno de conflictos y desacuerdos, nuestra fe en Cristo debe ser el puente que nos une. Si todos obedeciéramos los mandamientos de Jesús, como guardar la Pascua, podríamos vivir en paz, sabiendo que estamos caminando juntos hacia la salvación.
Reflexión Final
Queridos hermanos y hermanas, no olvidemos que nuestra fe no se basa en tradiciones humanas, sino en la palabra viva de Dios. Cada mandamiento de Cristo tiene un propósito y una razón de ser. La Pascua no es una ceremonia obsoleta; es una expresión viva de nuestra obediencia y amor hacia Él.
Que Dios les bendiga y los guíe en este hermoso camino de fe y obediencia. Amén.