Amados hermanos en Cristo

Hoy quiero hablarles sobre un pilar fundamental en la vida de todo creyente: la oración.

La oración es mucho más que simples palabras dirigidas a Dios; es un encuentro con nuestro Padre celestial, un momento de intimidad en el que podemos abrir nuestro corazón, expresarle nuestras alegrías, angustias y necesidades, y, lo más importante, escuchar su voz.

Como dice la Escritura en Filipenses 4:6-7: «No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».

La oración es un acto de fesarrollo

Cuando nos acercamos a Dios en oración, estamos demostrando que creemos en su poder y en su amor infinito. Es confiar en que Él escucha cada palabra y nos responde conforme a su perfecta voluntad.

Pero también es un acto de amor. Al orar, no solo buscamos respuestas a nuestras necesidades, sino que también expresamos nuestro deseo de estar en comunión con nuestro Señor, de rendirle nuestra adoración y gratitud.

No hay un lugar o momento específico para orar. Podemos hacerlo en cualquier instante de nuestra vida cotidiana, porque Dios siempre está atento a la voz de sus hijos. Lo importante es que nuestra oración sea sincera y que estemos dispuestos a escuchar su guía.

Jesús mismo nos enseña en Mateo 6:6: «Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público».

Beneficios de la oración

  • Nos fortalece en la fe: Cuanto más oramos, más reconocemos el poder y la grandeza de nuestro Dios.
  • Nos acerca más a nuestro Padre celestial: La oración nos permite disfrutar de su presencia y recibir su guía.
  • Nos llena de paz y consuelo: En medio de las pruebas, al hablar con Dios encontramos descanso y renovación.
  • Nos da sabiduría para tomar decisiones: A través de la oración, el Señor nos ilumina y nos muestra el camino correcto.

Tal como nos dice el Salmo 145:18: «Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras».

La oración es el puente que nos conecta con Dios.

Es el medio por el cual recibimos fortaleza, dirección y paz en nuestra vida cristiana. No debemos verla como una obligación, sino como un privilegio que nos permite entrar en la presencia de nuestro Padre.

Por eso, los animo a que cultiven el hábito de la oración. Háganlo con frecuencia, con humildad y con confianza, sabiendo que Dios siempre escucha a sus hijos.

Aplicación práctica

Para fortalecer nuestra vida de oración, les invito a que:

  • Establezcan un tiempo diario para orar y buscar a Dios.
  • Encuentren un lugar tranquilo donde puedan concentrarse sin distracciones.
  • Se enfoquen en hablar con Dios con sinceridad y desde el corazón.
  • Aprendan a escuchar su voz, dejando momentos de silencio en la oración.

También les animo a compartir sus experiencias de oración con otros hermanos en la fe. Cuando testificamos cómo Dios obra en nuestras vidas a través de la oración, motivamos a otros a buscarlo con más fervor.

Que el Señor nos bendiga y nos guíe a vivir una vida de oración constante y ferviente. Amén.


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